A diferencia del método para fabricarlo, éste es bastante más simple:
Si nada ha funcionado y por más que intentas sigues amando a la persona a la que ya no deseas amar, piensa en esos defectitos que por ahora hasta te parecen encantadores. ¿Ya? Ahora imagina el futuro: vas a tenerlos que aguantar para siempre y sin posibilidad de escape.
Cuando logres visualizar eso, y sientas una pequeña punzada de espanto, piensa que con el tiempo, más los hijos, más la decrepitud, más la entropía, se van a poner peor; mucho peor.
Si no te da la mente para imaginar ese horror (si piensas «Ya lo imaginé y aún así no me importa», es muestra de que no has imaginado bien); entonces muéstrale esto a tu pareja y dile con tu sonrisa más dientona: «¿Verdad que nosotros sí vamos a ser felices para siempre, amor?» Seguro entra en cordura.
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