"Me voy a morir si no está conmigo", cuando escuché aquella frase, de lo más patética y cobarde, sentí lástima por la persona que me lo dijo, una chica tan - aparentemente - deslumbante, que podría tener a sus pies a más de uno que rogaría por estar a su lado y, sin embargo, ella solo lo quería a él, el prototipo más ajeno a su ser.
Por más que traté que entrara en razón, las justificaciones que durante más de dos horas refirió, fueron las mimsas: no hay nadie como él. Trate entonces de encontrar una razón sobre aquello que aparentemente tiene un hombre - o una mujer - que hace que a veces perdamos la razón y hasta nuestro propio respeto, y nos empeñemos, muchas veces infructuosamente, en que se quede a nuestro lado.
Luego de la conversación, que más que eso resultó ser una charla deprimente y fuera de todo contexto emocional, me pregunté repetidametne por qué, algunas veces las personas sufrimos y nos desgarramos el corazón por alguien que no lo merece, qué es lo que nos incita a perder la cordura y empeñarnos en "seguir" a quien, en suma, sabemos perfectamente no es para nosotros.
Si bien es cierto las circunstancias de la vida a veces no slleva a tomar caminos equívocos en cuestiones netamente del corazón, por ejemplo cuando conocemos a alguien que en primer momento nos deslumbra para el pasar de no mucho tiemppo, nos damos cuenta que esa persona no es lo que merecemos, por más deslumbrante que parezca ser, igual en esas ocasiones nos entregamos tanto que pareciera que hemos perdido la razón.
Cuando reaccionamos y nos damos de bruces con la cruda realidad, cuando descubrimos que indefectiblemente ese amor que queremos nuestro no es el que debemos tomar, ya nuestros sentimientos están comprometidos casi al cien por ciento, ya nuestro corazón se encuentra infectado por un mal amor y no sabemso como salvarlo, creemos que es tarde para escapar, y lloramos y nos retorcemos ante el dolor de saber que no será.
Y bajo aquellas circunstancias, en las cuales nos es casi imposible pensar en alejarnos, dejar que se vaya o pedir que se aleje, a pesar que sabemos que eso es lo que debemos hacer, nuestro proceder es hacer lo contrario, nos omnibulamos tanto que lo único que deseamos es tenerlo a nuestro lado, y se lo decimos insistentemente, y se lo pedimos obstinadamente.
Aunque sabemos que está mal, nos empeñamos en intentar que funcione, nos engañamos creyendo que esa otra persona siente lo mismo y cedemos a sus requerimientos hasta entregar mucho más de lo que recibimos, esperamos que así funcion, pedimos qu elo intente, que siga nuestro camino, pero vemos que ese camino se parte en dos, igual que nuestro corazón.
Lo peor sucede cuando aquella persona sigue alli, a nuestro lado, aún sabiendo que lo nuestro nunca será posible, justificando su presencia con el clásico y falso "no quiero hacerte daño", y a la vez pidiendo vernos una vez más.
En nuestro subconsciente prima la razón y nos pide a gritos reaccionar, poner paños friós a lo que no queremos ver, y lo ignoramos. Vehementemente - muchas veces - creamos una realidad superflua con la cual dispensar lo que sentimos, lo que queremos que sea nuestra verdad, aunque sepamos que solo poco de ellos lo es.
Estamos tan cegados y abatidos con aquel escenario que no podemos pensar, nuestras pocas reacciones son sufrir y lamentarnos y aún así seguimos esperando que llame, que nos busque, que nos dé un poco de aquello que - snetimos- nos merecemos.
Lamentablemente o afortunadamente - según se vea - sabemos que ello no sucederá, al menos no de la forma en que quisiéramos, y a pesar que la otra persona nos pide que nos alejemos, nos repite que no podemos tener una relación, pedimos explicaciones una y otra vez, y perdemos la razón una y otra vez, y ofrecemos algo que tal vez no podamos dar solo por el hecho de que se quede a nuestro lado, hacemos hasta lo imposible por lograr eso.
Pero llega un momento, un pequeño lapso de lucidez que nos inunda el er y -oh sorpresa! - nos hace ver la triste y turbadora realidad que estamos viviendo: nos descubirmos pidiendo amor, rogando que no nos dejen, implorando afectos prohibidos, cuando sabemso de sobra que el que se vaya, que se acabe todo de una vez, es lo mejor que puede pasarnos.
Superada la tormenta y liquiedado el torrente endemoniado que nos anegó la mente, el cuerpo y la razón, cuando vemos que por fin el sol vuelve a nuestra vida, y cuando la razón retoma su lugar privilegiado dentro de la carrera de postas que han sido los sentimientos encontrados que hemos albergado por un tiempo dentro de nosotro, es ahí cuando decimos "no más", e iniciamos raudamente el camino de retorno, de regreso a nosotros mismos, a nuestro real YO interior, a lo que fuimos antes de aquel insano amor.
Yo lo he vivido (como todos y todas) y afortunadamente lo he superado, pero aún no hallo una justificación válida en eso de sentir tanto amor no correspondido por alguien, tanto amor al punto de sentir tanto desamor por nosotros mismos, y ver que ese otro no siente lo mismo.
Ustedes tienen una respuesta?, si es así, piensen bien antes de entregar el corazón pra no volver a sufrir por amor; y si no lo saben, traten de hallarla antes de entregarse completametne, de dar todo sin recibir nada a cambio, antes de que cometan la locura de amar sin ser amados.... como le esta pasando a esta gran amiga mía.
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